“En México, el Estado comenzaba a abocarse a la realización de túmulos faraónicos para los héroes que con la Revolución devolvían la oportunidad de buscar la grandeza patria; […] como Álvaro Obregón, cuyo momento realizó Ignacio Asúnsolo en colaboración con Juan Cruz Reyes y el arquitecto Enrique Aragón Echegaray en 1934.” - Enrique Franco y Agustín Arteaga, p. 127. 

Sobre el periodo: “La belleza y el drama de lo campesino y lo pueblerino fueron lentamente inundando muros y esculturas con sus imágenes. La relación con el campo, para la cultura mexicana de las primeras décadas del siglo XX, era sumamente fácil si entendemos que nuestro país tenía apenas una incipiente urbanización. [Por ello] cuando el arte vuelve sus ojos a la realidad inmediata descubre que la Revolución es un paso lógico para el encuentro con el ser del mexicano.”

“Hizo estudios etnográficos de los indios otomíes del Valle de Mezquital, que lo influenciarían en sus concepciones escultóricas posteriores, de grandes volúmenes, elementos simbólicos y acentuados valores nacionalistas.” y “En 1952 obtuvo la beca Guggenheim para hacer estudios artísticos en Nueva York [donde] enriquece su bagaje cultural, que a su retorno al país transmitirá a los múltiples discípulos que ha formado durante su amplia carrera magisterial, tanto en la provincia como en la capital.”